Combray, Marcel Proust
Combray es el primer volumen escrito por Marcel Proust, del conjunto de volumenes que conforman la famosa obra literaria “En busca del tiempo perdido, y que Viena Edicions ha editado en catalan en un total de diez volumenes.
Viena Edicions nos presenta una reedición en catalán de En busca del tiempo perdido de las manos del traductor José María Pinto, que ha sido el responsable de traducir el conjunto de diez volúmenes con los que Viena Edicions devuelve a nuestras bibliotecas el clásico de la literatura francesa.
La colección inicia con el libro Combray, que es la primera parte del primer volumen de la colección escrita por M.Proust en mayo de 1909. El escritor, Marcel Proust, con la salud muy debilitada por su asma , escribió el conjunto total de esta obra literaria mientras permanecía encerrado de manera permanente en una habitación insonorizada con planchas de corcho, dedicándose hasta la extenuación a la redacción total del conjunto que conforma la obra literaria mundialmente conocida, y estudidada hoy en día a todas las universidades como una gran obra de la literatura universal.
En concreto, el libro de Combray, se convierte en una obra complicada por su narrativa. Es una obra rica poéticamente, pero también llena de matices metafóricos que hacen dificil la comprensión del texto. El parrafo largo redactado por Proust, típico de la prosa proustiana y, parece ser, consecuencia de la oratoria del autor, no lo hace apto para el lector comercial, acostumbrado a una frase corta y concisa, y a un texto mucho más sencillo y rápido de entender. La obra de Proust rebosa la belleza poética con la que el autor nos describe los paisajes, a veces oníricos, a veces metafóricos, a veces reales, y que dan paso al personaje, siempre de fuera hacia dentro, como si fuera el movimiento de una cámara cinematográfica que se detiene en todos los detalles antes de llegar al personaje que nos quiere acercar. Proust nos ubica primero el personaje en un espacio, no encontraremos ningún personaje sin la descripción previa de su espacio, tal como la cama de un dormitorio, o una iglesia, hasta llegar después a la descripción física del personaje y finalmente adentrarse en el interior del personaje, en los pensamientos.
Combray es una narrativa de dificil lectura, que puede crear confusión en el lector no acostumbrado a leer un texto con una redacción de frases extremadamente largas, sin parrafo diferenciados entre sí. El libro debe leerse con calma y atención, y es que leer a Proust se convierte en un ejercicio extra para el lector no acostumbrado a la narrativa complicada y metafórica. Además requiere de una gran dosis de paciencia, para entender lo que Proust pretende decirnos después de un parrafo tan largo o una frase tan extremadamente poética; la concentración lectora es vital, a fin de no dejar escapar los detalles y percibir la facilidad con la que Proust enlaza un tema con otro, por lo sutil e imperceptible; y finalmente, el lector de Combray debe tener constancia, porque, si no se garantiza de un tiempo determinado libre para dedicarse a leer el libro, mejor que no se empiece a leer. Combray es una lectura que requiere una total atención porque sino se acaba perdiendo el hilo conductor de la historia, y por tanto, también nos desmotivará en la lectura.
Combray es un pueblo pequeño de Francia, donde el personaje ha vivido con su familia, y que a través del recuerdo, nos pasea por sus paisajes siempre asociados a espacios verdes y abiertos, espacios rurales, sin embargo el libro se inicia desde la descripción de una pequeña habitación dormitorio que pertenece al narrador, recordamos que la obra fue escrita mientras Proust guardaba reposo en su habitación, de hecho todo el conjunto de En busca del tiempo perdido incluye matices biográficos del autor. Quizás por que el autor pretendía guardar reposo por su enfermedad, mientras escribía esta obra literaria, que encontramos constantemente pensamiento oníricos en toda la narración de Combray, la redacción poética de la obra puede llegar a confundir al lector, sobre todo en los pasos de la realidad en el onirismo, al ideado por la voz narrativa, a través de esta descripción de los espacios metafóricos, donde el autor mezcla presente, pasado y un futuro totalmente delirante y hipotético.
Una prosa proustiana que se puede llegar a definir como una búsqueda del espacio más que del tiempo perdido, donde el autor acaba resguardando en el recuerdo de un espacio familiar mezclado con sus fantasías, incluido a veces sexuales, sobre todo cuando hace referencia a algunos de los personajes femeninos de la historia.
Sin embargo, leer la edición en catalán del Combray de Proust, publicado por Viena Edicions, ha sido una experiencia bonita, que ha representado un reto como lectora con el que puedo decirme introducida En busca del tiempo perdido. También se ha convertido en un placer como lectora, ya que la prosa de Proust no es fácil de encontrar hoy en día, por su riqueza literaria, llena de metáforas e imágenes a veces surrealistas.
Leer Combray es un reto, en el que, como lectores, podemos descubrir si estamos preparados para continuar leyendo el resto de volúmenes de En busca del tiempo perdido o bien hay que continuar entrenando con la lectura de otro tipo de obras literarias. Si queremos superar el reto de leer a Proust es mejor que primero nos aseguramos de disponer del recorrido lector inicial, de disponer de una base lectora importante, y después de disponer la atención y la concentración así como el tiempo necesario, porque sino, no superaremos la lectura de Combray, como gran reto lector.
Recordemos que Combray es el inicio, la introducción al resto de los volúmenes que conforman En busca del tiempo perdido, y lo recomiendo del todo al lector apasionado por la literatura y experienciar en la lectura de los clásicos de narrativa más poderosa, acostumbrado en la literatura de calidad, para que al fin y al cabo, no olvidemos que estamos ante una de las obras maestras de la literatura francesa de inicios de siglo XX, que, en una publicación y traducción muy acertada, Viena Edicions ha devuelto en nuestras manos lectoras.