CRISTINA REDONDO BY CESC SALES IWD2025

Como es arriba es abajo. Como es adentro es afuera.

Como es arriba, es abajo. Como es adentro, es afuera.

Nuestra fuerza interna como mujeres y nuestro poder de transformación a lo largo de la historia son innegables. Hemos desempeñado roles cruciales en la sociedad, muchas veces determinantes para el éxito de los hombres. “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”, dice el dicho. Sin embargo, mientras nos armábamos de paciencia y valentía para ocultar o camuflar nuestros talentos, ellos nos señalaban de brujas, locas o, simplemente, erróneas.

Aun así, la historia está repleta de mujeres que han logrado cambios trascendentales en diversos ámbitos: la investigación científica, la política, la lucha por los derechos, el arte, la espiritualidad, las finanzas… Mujeres que, con su inteligencia, valentía y determinación, han marcado el rumbo del mundo: Cleopatra, Hipatia de Alejandría, Eva Perón, Juana de Arco, Marie Curie, Jane Goodall, Eleanor Roosevelt, Indira Gandhi, Rosa Parks, Angela Merkel, Maya Angelou, Virginia Woolf, Coco Chanel, Jane Austen, Amelia Earhart, Frida Kahlo, Mary Shelley, Malala Yousafzai, Simone de Beauvoir, Maria Callas, Greta Thunberg, Valentina Tereshkova.

Como es arriba, es abajo.

Es cierto que el poder colectivo de las mujeres está en aumento, pero no es cierto que nos lo pongan fácil. Como mujer con experiencia en gestión política y empresarial, siempre he creído que el cambio debe ser promovido desde los gobiernos para ser aplicado en el resto de la población. Sin embargo, también estoy convencida de que el verdadero cambio nace desde dentro de cada individuo y se proyecta en el entorno que lo rodea.

Como es adentro, es afuera.

Siempre he creído que hay una gran hipocresía en la aplicación de las políticas sociales. De nada sirven las manifestaciones por la igualdad si los responsables públicos actúan desde la hipocresía del poder. Es en el día a día, en las distancias cortas, donde se evidencia que aún necesitamos políticas de igualdad auténticas. No solo para combatir la desigualdad de género en todas las áreas de la sociedad, sino también para prevenirla en las generaciones futuras, aquellas que algún día nos liderarán.

Se repite constantemente que se trabaja por erradicar la vulnerabilidad por razón de sexo o género en los programas políticos y en los manuales corporativos de las empresas, pero… ¿cómo se llevan a la práctica estos programas en la realidad? Mientras haya mujeres degradadas por su género, seguimos fracasando como sociedad. ¿Estamos aplicando la igualdad de género a costa de otras desigualdades? ¿Estamos dejando atrás a otros grupos en situación de vulnerabilidad por factores sociales y económicos? Mientras generalicemos en nuestras políticas de igualdad sin atender a las realidades concretas, habremos fracasado.

¿Actuamos realmente mediante políticas efectivas y socialmente responsables? Cada año, los medios especializados en economía y finanzas publican listas de las mujeres más influyentes del mundo. Pero, si analizamos con detenimiento, nos damos cuenta de que esas mujeres son una entre miles. Una entre muchos hombres en el poder. Una entre muchas mujeres que quedaron atrás por los techos de cristal, las injusticias sociales, la falta de oportunidades económicas.

Una entre muchas. Una entre muchos.

Dejad que os diga: eso no es igualdad. Es la prueba de que la desigualdad sigue latente. Es la evidencia de la falta de respeto hacia la mujer, de las injusticias por género. Es el reflejo de todo lo que vivimos las mujeres a diario y que, por miedo, muchas veces hemos optado por silenciar.
Analiza tu entorno, tu trayectoria profesional y personal. Si eres mujer como yo, estoy segura de que, en más de una ocasión, también has sido víctima de este sistema.

Como es arriba, es abajo. Como es adentro, es afuera.

De nada sirven los discursos pro-mujer si el cambio no se siente desde el interior y no se actúa en consecuencia en nuestro entorno más inmediato. De nada sirven días como hoy si cada año nos vemos obligadas a reivindicar lo mismo.

Como MUJER, abogo por una vida justa para nosotras.

Como MUJER, abogo por una vida en la que nuestros derechos no sean vulnerados, sin importar el escenario ni el momento.

Como MUJER, abogo porque el deseo de no tener que celebrar más el 8M deje de ser una utopía y se convierta en una realidad.

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