Te amamos
Amamos la vida que se nos da, aunque odiemos cómo la vivimos otras veces. Y sin embargo, clamamos por una vida eterna, en compañía de los nuestros, sin saber que la eternidad no es agradable jamás, aunque la compañía siempre está presente, los percibimos muy lejanos. Pero aún y así amamos. Desde el recuerdo que nos queda. Amamos.
La tristeza se convierte en un acto repetitivo resultado del amor incondicional. Amamos. Amamos sin saber si somos correspondidos a veces. Amamos sin saber que no lo somos realmente otras veces. Amamos y nos aman. Siempre amamos. Sin ser casi conscientes de ello. Amamos. Amamos, tantas veces, que no sentimos ni nuestras propias voces. Amamos.
La vejez y ese dolor en los huesos tras haber vivido, quizás, lo suficiente, no se sobrepone al dolor en el corazón por haber amado, quizás, más de lo necesario. Pero creemos que nunca se ama demasiado. Y continuamos amando eternamente. Amamos.
Mientras las voces del pensamiento nos llaman con voces del pasado, la soledad es constante, porque sólo nosotros oímos esas voces. Sólo nosotros sentimos ese frío de la soledad perpetua. Ese familiar del pasado que nos abraza y, nos envuelve, porque nos hace sentirnos queridos. Sólo nosotros escuchamos a los que se fueron ya. Y nuestra soledad se hace más presente. Pero aún y así: Amamos.
Como decirte que tu tristeza es mi tristeza, porque oigo tu corazón vibrar a través de tus ojos, el cariño de tu sentimiento a través de tu voz, del recuerdo de tus besos, de amor verdadero, de amor fraternal, de amor del bueno…mientras las voces del pensamiento te llevan lejos, nada es ya eterno porque veo como, sin yo permitirlo, te desvaneces en mis abrazos….y te vas lentamente, con eso llamado Alzheimer o quizás también Muerte. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que has amado. De cuanto has amado realmente. Y te amamos. Como tú nos amaste un día. Como siempre te amamos nosotros. Amamos. Te amamos.