Elegancia

Elegancia es saber estar, proceder y actuar de acuerdo a unos intereses propios, pero sin causar dolor o molestias de ningún tipo a las personas con las que coincidimos en un tiempo y espacio. Podríamos decir que elegancia es no molestar pero sin la perdida del carácter propio que, en ocasiones, implica la humildad de no querer molestar al otro.
Disponer de elegancia está relacionado con disponer de buena o mala educación. Parece fuera de lugar, pero hay gente a la que no le importa ser bien educado o un maleducado molesto, por lo que mucho menos le importa ser elegante o no. La elegancia consiste en evitar que otra persona se sienta mal por nuestros actos o palabras. A muchos no les importara cómo el otro se pueda sentir, pero es que ahí, en ese acto de cuidada importancia también reside la elegancia.
Elegancia es como moverse con aire felino entre la basura. Saltearla. Y sin nisiquiera mancharse las zarpas. Salir ileso del berenjenal ajeno. Sin compromiso. Sin quedar mal. Salir sin herida de un escenario sucio, y si se es o suficientemente hábil, poder obtener un resultado que incluso nos favorezca.
La elegancia no siempre está en las palabras. Las palabras vuelan, se confunden y ya no vuelven, y si vuelven, vuelven cambiadas, diferentes a lo que un día fueron. La elegancia va más allá de las palabras y, muchas veces, reside más en los gestos y en las experiencias. En ese rastro que dejamos al pasar, como la esencia de un buen perfume que no se evapora con el tiempo, y que permanece en el recuerdo y en el lugar, como una marca impronta en el sitio.
La elegancia son esas impresiones que los que nos rodean reciben tras coincidir con nosotros. Esas vivencias que permanecen en la memoria, y luego nos hacen recordar a una persona bajo una etiqueta u otra. La elegancia es el buen recuerdo que dejamos en la mente del otro. En esos detalles reside la elegancia.
La falta de elegancia provoca un egoísmo osado, que reside en la indiferencia más absoluta sobre las personas que nos rodean. No hay persona más poco elegante que aquella que hiere, intencionadamente o no, a otra y que le causa dolor sin apenas importarle. La falta de elegancia conlleva una falta de diplomacia también. De hecho, ambos son consideraros factores implícitos en la buena educación, por lo que si no hay elegancia, ni tampoco hay diplomacia, difícilmente habrá buena educación.
Parece que la elegancia es un valor obsoleto. Me he dado cuenta de que poca gente tiene verdadera elegancia. Es una verdadera lastima, porque a veces, disponiendo de cierta elegancia con los que nos rodean, podríamos hacer de este mundo, un mundo mejor donde vivir.

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