Cristina Redondo fotografia de Cesc Sales, Nov.2024

Equinoccio

Recientemente he terminado de escribir otra novela. No tiene nada que ver con Clandestina, mi única novela publicada hasta ahora, pero siento que esta historia me ha hecho experimentar un equinoccio dentro de mí.

El proceso creativo ha sido catártico, y siento que, al escribir esta última novela, he crecido como persona y como escritora.
Escribir me transforma. Creo que me convierte en mejor persona, y, aun así, el proceso creativo siempre consigue sorprenderme.

Me pregunto continuamente cómo el hecho de mimetizarme tan profundamente con el dolor de mis personajes, de imaginar sus vidas más estándar, ha podido llevarme a una transformación tan intensa como persona: del no querer sentir al sentir profundamente; de estar helada a abrazar el calor más humano; de la más absoluta oscuridad a la luz más esclarecedora.

Siempre he pensado que el tiempo nos cambia a todos, pero apenas nos damos cuenta.

Al principio, es posible que nos resistamos al cambio, que queramos mantener las formas, las apariencias, y no queramos abrir los ojos a la realidad más sincera. Pero llega un momento en que sucede: la verdad nos atrapa, y el cambio se da inevitablemente. Nos damos cuenta de que hasta ahora habíamos repetido el mismo movimiento en círculo, sin salir de ahí, repitiendo una y otra vez la misma historia… hasta que un día pensamos: ¿Y si cierro el círculo?

Y es entonces cuando el cambio se produce, y nos liberamos de esa opresión.
El cambio nos hace sentirnos libres.

La vida nos hace cambiar.

Escribir me hace sentir más libre.

Cada novela que termino es un círculo que se cierra: me deja aligerada, libre, feliz.

Quizá porque ahora escribo desde el sentimiento, desde lo que más me toca y me mueve… mucho más de lo que lo hice con Clandestina.

Sonrío, porque, nuevamente, siento el equinoccio dentro de mí.

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