Fotografia de Cristina Redondo per Cesc Sales.30 Novembre 2024.

Llueve

Llueve. Dicen que en mi país no sabe llover. Y a mí siempre me ha gustado la lluvia. Parece la misma lluvia de siempre. Pero no, no lo es. Hace tiempo que ha cambiado el tiempo. Como tantas otras cosas que han cambiado sin previo aviso. Parecen las mismas cosas de siempre, pero no, no lo son. Quizás porque todo cambia sin avisar, así de repente, como son los cambios siempre. Un día te vas a dormir y el día siguiente te levantas y todo ha cambiado, y entonces vuelves a mirar a tu alrededor y piensas “¿Desde cuando…?” Y te das cuenta que no hay uno «Desde cuando» pero si hay uno «A partir de ahora» y la lluvia cae, y cae intensamente como nuncas antes había caído

Y miras al cielo y te das cuenta del cambio, y que el cambio es la naturaleza de las cosas, aquella naturaleza que es la única segura que sucede en el tiempo. El cambio es movimiento. El cambio es vida. El cambio es renovación. El cambio es libertad. El cambio eres tú. El cambio soy yo y que lo me rodea. Quizás porque las personas, las cosas, las situaciones cambian sin avisar.. E incluso la lluvia cambia sin avisar. Y quizás por eso me gusta tanto la lluvia, porque a mí, a mí siempre me ha gustado la lluvia. Bailar bajo la lluvia. Correr bajo la lluvia. Jugar bajo la lluvia. Sentir bajo la lluvia. Bajo la lluvia es cuando soy yo. Quizás porque la lluvia es la libertad del cambio y cuando la lluvia me cala bien profundo es cuando siento el cambio y la vida y la libertad.

Y pienso en los versos de Martí i Pol, como tantas otras veces he pensado hasta ahora, y los vuelvo a recitar de memoria:
«Mírame los ojos que ninguna oscuridad vence.
Vengo de un verano con demasiadas lluvias, pero llevo fuego en la raíz de las uñas.
[…] Mírame los ojos puedes leer el retorno”.

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