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Luz de gas

Violencia de género, seguimos igual que cada 25 de noviembre y vuelvo a repasar los datos escalofriantes y los titulares sorprendentes: “La mujer asesinada había denunciado”, “Alerta del crecimiento de la violencia machista entre los jóvenes”,”Uno de cada tres europeos justifica el abuso sexual”, “Record de violencia machista”, “España a la cola en denuncias por violación por temor a no ser creídas” y así infinitamente en miles de diarios de diversas procedencias.

Nos hacemos eco del problema, nos sorprendemos con los datos, nos entristecemos y nos indigna las noticias, incluso nos llevamos las manos a la cabeza y hasta se nos encoge el corazón cada vez que una mujer es víctima de la violencia de género, pero realmente ¿hacemos algo para prevenir esa violencia de género?

Se ha observado que la violencia puede darse de distintas formas y en situaciones muy diferentes. Las formas de abuso son de tipo emocional, psicológico, físico o sexual. Según los datos analizados en la población, puede darse de varias maneras a la vez y en cualquier momento (Price y Byers, 1999), y, por supuesto, la condición social no es excluyente para ser víctima de violencia de genero, ni tampoco lo constituye la edad. Aunque muchas veces se cree que la violencia de género sólo le ocurre a personas mayores que están casadas y pertenecen a determinadas clases sociales, pero la realidad es muy diferente ya que no existe un perfil específico de persona que sea más propensa al maltrato, desgraciadamente este se da en todas las culturas, sea cual sea, y en cualquier contexto socioeconómico.

Los estudios psicológicos llevados a cabo, demuestran que la violencia de género, normalmente suele generarse en el noviazgo y al inicio de la convivencia (Gorrotxategi y de Haro, 1999), donde el maltratador comienza a establecer una relación de poder, totalmente desigual y tremendamente dañina para la víctima. Esta se ve envuelta en un estado de confusión total, debido básicamente al vinculo que la une a su maltratador, por ese motivo en muchos casos buscan excusar el comportamiento de la persona que las maltrata, llegándolo a justificar como si de muestras de afecto se trataran o incluso o de protección, siempre en un intento de normalizar la relación tóxica, en algunos casos debido también a la dependencia emocional que la víctima sostiene con el maltratador.

Dentro del maltrato psicológico, una de las situaciones más desconcertantes que pueden vivir la victimas, es sentir los síntomas de lo denominado como “Luz de Gas”. Este concepto hace referencia a cuando el maltratador provoca una situación de manipulación emocional sobre su víctima, con la intención de hacerla dudar de aquello que ha vivido, creándole inseguridades, dudas sobre su memoria, percepciones o incluso haciéndola creer que está loca o miente sobre la situación negativa que él le ha hecho vivir. El término tiene su origen en una obra de teatro “Gas light”, en la que el marido se dedica a distorsionar la realidad de su mujer y a manipularla emocionalmente. Para ello usa luces de gas, negándole que las ha encendido o apagado, según hiciera y con la intención de hacerle creer a su esposa que estaba loca. Más tarde el término fue popularizado en el libro de 1994 Gaslighting: How to Drive Your Enemies Crazy, de Victor Santoro, donde se exponen tácticas para molestar a otros, hasta la actualidad en el que “Gaslighting” o “Lusz de Gas” es un término y concepto estudiado y desarrollando por la psicología clínica.

Ante esta situación de manipulación y, normalmente, sin los suficientes recursos emocionales para defenderse de las situaciones de maltrato, las victimas de la “Luz de Gas”, acaban sintiendo ansiedad, problemas de sueño, cansancio crónico, cefaleas, depresiones e incluso, en casos muy graves, dependencia a psicofármacos o alcohol.

Lo recomendable para superar estas situaciones es fortalecer la posición de la víctima y hacer que se exprese con libertad y, sobretodo, sin que sienta miedo o desconfianza respecto a que se dude de su versión de los hechos, sobretodo a través del apoyo de personas de su entorno más cercano y que afiancen su credibilidad. El hecho de que la víctima verbalice su situación le ayudará a tomar consciencia de su situación y a entender la realidad tal y como está sucediendo, siempre con el apoyo de los más cercanos e incluso, facilitándole herramientas emocionales para reforzar su autoestima y su fortalecimiento emocional. Es importante que la víctima vuelva a poder controlar su poder para llegar a enfrentarse con el maltratador de igual a igual, consiguiendo dialogar con él a través de una negociación “de igual a igual” y sin necesidad de negar a nadie. Una vez que esto sucede, el maltratador abandona la víctima, desprestigiándola, ignorándola e incluso, tratando de causarle más daño, hasta encontrar una nueva víctima.

Mientras tanto cada 25 de noviembre, se seguirá celebrando el Día de la Violencia de Género, con los miles de datos nefastos que cada año se repiten, incrementados en números, porque habrá pasado más tiempo, y trataremos de resumirlo en titulares que, como siempre, por unos instantes, llamaran nuestra atención, como una especie de recordatorio para que no olvidemos y que tengamos bien presente, que seamos plenamente conscientes de que esas situaciones se dan…y se repiten, siempre.

* Articulo publicado en la Columna de Cristina Redondo: Il dolce far niente,  sección Tribuna del Diari de Sant Quirze  el 23/11/2018

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