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Flor de plástico

Era una flor de plástico que no parecía real. Quizás porque había momentos en que parecía falsa y daba una imagen de algo que no era real. No era una flor de mentira. Era una flor de verdad. Aunque alguien decidió que aquella flor era de mentira. Y sin saber del gran caos que provocaría su error, lanzó toda aquella belleza al container de reciclaje equivocado.

Un ignorante de la belleza pasó por allí. La vio sobresalir por encima del resto de la basura reciclable. El ignorante decidió hundirla un poco más. Como si aquella flor fuera la más fea de todas las basuras.

La gente ignorante prefiere ignorar aquello que ya no va con ellos y hundirlo en la más mísera de las basuras, simplemente porque ellos no lo valoran.

Todos ignoraron la belleza de aquella flor. Era una belleza que no estaba oculta. Sólo que era visible para los que, de verdad, sabían apreciarla. Como la auténtica belleza, sólo era visible a los ojos de algunos.
Desgraciadamente, tardarían muchas tormentas en llegar esos afortunados que valorarían su belleza. Mientras la flor luchaba por sobrevivir entre tanta miseria.

Con el tiempo la flor consiguió no marchitarse. Era de un plástico de la mejor calidad que había. Pero claro, pocos entendían de calidad.
Era una flor tan fuerte que se negaba a morir ahogada entre toda aquella porquería.
Un día aprovechó la ira de la tempestad junto a la libertad del viento para impulsarse. Quería salir fuera de aquella basura que sólo quería ahogarla. Buscaba el Sol brillar en la oscuridad.

Alguien la vio y corrió a ayudarla. Era alguien que valoraba la belleza real en la naturaleza de las cosas. Luchó con ella, hasta que pudo llegar tan alta como ella quiso. Finalmente quiso alzarse tanto, que incluso consiguió erigir su belleza por encima de toda aquella basura reciclable. Por fin, vio el Sol brillar.

El tiempo pasaba y la flor se mantenía alzada. Muchos, al contemplar su fuerte belleza, decían que pronto caería de nuevo, y volvería a hundirse dónde se había alzado. Estaban equivocados. Aquella flor tenia tanta fuerza y estaba hecha de un plástico tan bueno, que jamás volvería caer.
La ignorancia destruye la belleza de las cosas cuando no es capaz de reconocerla. Sin embargo, aquella flor de plástico era tan resiliente que nadie pudo destruirla jamás.

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